Preguntas Frecuentes

Alrededor del año, en un tiempo amplio, que nunca es antes de los 9/10 meses

La disfemia o tartamudez aparece hacia los 3 años de edad, cuando el niño pasa de la frase simple a formular oraciones más largas. Esta falta de fluidez puede ser superada en un año, si no es así y persiste la disfluencia a partir de los 4 años de edad, es cuando nos encontramos con una tartamudez primaria, debiendo ser tratada por el especialista.

Pueden ser orgánicos (tumores, problemas vasculares, perturbaciones endocrinológicas, etc), y funcionales (abuso o mal uso de la voz).

La afonía es la alteración máxima de la disfonía y es la pérdida total de la voz.

La razón más frecuente para no ofrecer un implante coclear es la de que la audición del niño es “demasiado buena”. Si los audiólogos y doctores piensan que es una buena oportunidad que el niño pueda oír la mayoría del lenguaje mediante prótesis auditivas bien adaptadas, esta debe ser la recomendación. Hay algunas condiciones médicas como ausencia del nervio acústico, o clases específicas de malformaciones de la cóclea que contraindican la cirugía.

La primera señal de alarma es la obtención de resultados insuficientes que no se corresponden con el esfuerzo realizado causando una falta de motivación por parte del niño. Ya que la dislexia se considera una dificultad significativa en el lenguaje escrito y la lectura, independientemente de cualquier causa intelectual, cultural o emocional, y que por lo tanto, aparece en personas con una inteligencia normal o incluso superior.

Confusión de las letras con forma parecida, como por ejemplo, entre la p - q , d - b. Inversión de letras en las palabras. Omisión de palabras. Uniones y separaciones indebidas de palabras. Vacilaciones en la lectura. Adición de sonidos al final de la palabra

Existen ciertos signos de alarma que pueden indicar la presencia de estos trastornos en los niños: 1-3 meses: Falta de reacción ante los sonidos Falta de reacción a la voz de la madre 3- 6 meses: No producen sonidos en respuesta al habla del adulto No aparecen expresiones de sonrisa, alegría, desagrado... No reacciona ante los ruidos ambientales o provocados. 6-9 meses: No atiende a su nombre. Disminuyen sus vocalizaciones. No emite sonidos para llamar la atención. 9-12 meses: No emite ningún sonido silábico No comprende palabras familiares No juega imitando gestos 1-2 años: No señala cuando quiere algo No comprende órdenes sencillas No emite palabras 2-3 años: No une dos o tres palabras para expresarse Escaso vocabulario No responde a preguntas sencillas 3-4 años: No construye frases sencillas Lenguaje ininteligible Tiene dificultades para comprender las instrucciones 4-5 años: Utiliza los verbos en infinitivo Con frecuencia pronuncia mal muchas palabras. Utiliza solo frases muy simples de 3-4 palabras. Su lenguaje es descontextualizado: No sigue conversaciones, sus respuestas no tienen relación con las preguntas que se le hacen... 5-6 años: No utiliza preposiciones, conjunciones, adverbios… No utiliza oraciones subordinadas No utiliza diferentes tiempos verbales Dificultad para contar experiencias

Es un proceso de comunicación entre un psicólogo y su paciente, que se da con el propósito de una mejora en la calidad de vida de este último, a través de un cambio en su conducta, actitudes, pensamientos y/o emociones. El objetivo de la psicoterapia es ayudar a los pacientes a transformar el sufrimiento emocional en una experiencia de vida más satisfactoria.

La duración de una terapia es variable, según los objetivos personales a trabajar en las sesiones, y el tipo de dificultad. En muchas ocasiones, se trata sólo de unos meses. En otros casos, el problema requiere de más tiempo de intervención.

Si su vida estuvo funcionando y en algún momento algo cambió; Cuando las cosas ya no están tan bien como antes, cuando no sabe lo que le ocurre. Ahora si ya no se encuentra tan bien como antes y ese malestar afecta a su vida diaria, en esos momentos es aconsejable pedir una consulta a un experto para manejar el problema que le impide ser feliz y reorientar su vida.

No, siempre es así. Los psicólogos infantiles se encargan de ayudar a la familia y al menor ante conflictos cotidianos o ante otros menos frecuentes, pero en la mayoría de los casos no tiene por qué estar justificado por un trastorno psicológico infantil. La finalidad del trabajo con el menor es evitar el posible desarrollo de un trastorno, facilitar la adquisición de un estado psicológico positivo y, por supuesto, la aportación de herramientas que le ayuden a resolver los conflictos o dificultades existentes.

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